Martin Heidegger, como pensador místico, se detiene en la constatación del misterio que se devela en el modo en que propiamente se oculta y permanece misterio (fenómeno que llama “Verborgenheit und Unverborgenheit des Seynes”), del que “algo” puede señalarse en la dimensión simbólico-alegórica y estética del lenguaje: el Ser de los entes, el Sentido (Logos) de todo sentido, “lo más lejano y cercano a la vez” (Ídem, p. 415), siempre en el “aquí y ahora” pero totalmente “otro” y “más allá”. Por ello es importante enfatizar una vez más el hecho de que el pensador alemán no es ni nihilista en ontología ni anárquico en moral, por el contrario, procura “alcanzar” la fuente esencial de todo “valor” o axiología posible, y desde este fundamento ontológico -que no por estar más allá del orden del lenguaje y las categorías del entendimiento es “nihil”-, fundar una actitud “auténtica” del “ser ahí” como existenciario, pues toda “ética” reducida a normas axiologizantes es necesariamente un producto de la praxis y la autointepretación histórica del “ser ahí”, y manifiesta inevitablemente, ya la desvinculación entre la razón moral práctica en que se reconoce un “ser para sí” histórico concreto (como grupo étnico, nación-estado, tradición religioso-cultural, etc.) y la estructura esencial del ser persona como “ser en el mundo para la trascendencia”; ya la axiologización de un poder político-económico o religioso cuyos valores representan un status quo de orden socio-político sin interacción auténtica con la experiencia de la verdad y del sentido.
Regresando ahora al tema que esencialmente nos ocupa, ello es, la orientación del pensar y por ello, dada la relación entre pensamiento, lenguaje y significación, cómo se produce la significación auténtica en el lenguaje, podemos preguntarnos: ¿qué garantiza la unidad o armonía preestablecida entre la posibilidad mostrativa del “decir” y la posibilidad ontológica de ser-mostrada que radica en la cosa? Aquí se señala la esencia del lenguaje como Ereignis, apropiación de sentido: la unidad semántica de mundo y lenguaje y de signo y referente muestra el estado de abierto fundamental del “ser ahí” no como un simple “dejar que las cosas sean mostradas”, sino como un proceso en que la cosa misma es determinada en su unidad con el lenguaje como “decir” fundamental por el Logos que otorga eseidad al ente y al lenguaje, capacidad de mostración al lenguaje y capacidad de ser-mostrada a la cosa misma. De aquí que Heidegger se refiera a este Ur-Phaenomenon como Ereignis, del verbo alemán “eignen”, ello es, dar “propiedad a un ente”, reforzado con el prefijo “er”. Por su parte, el evangelista Juan entiende el Logos como aquello que deja aparecer al ente en su propiedad, que permite o mejor llama al ente a obtener su ser y mostrarse según el ser obtenido, o según su negación, en un topos de sentido: “καί ἡ ζωή ἦν τό φῶς τῶν ἀνθρώπων, καί τό φῶς ἐν τῆ σκοτίᾳ φαίνει…” (Jn. 1, 4-5), pero también como lo que determina ontológicamente la realidad del ente: “πάντα δι΄αὐτοῦ ἐγένετο, καί χωρίς αὐτοῦ ἐγένετο οὐδέ ἑν ὅ γέγονεν” (Jn. 1, 3-4). El término usado por Juan “ἐγένετο” del verbo “γίγνομαι” (γίγνεσθαι), sugiere en este caso un devenir a partir de, una “suave” (sutil…) derivación, una fuente originaria, más que una creación sensu stricto a partir de una materia esencialmente diferente, en tal caso se habría usado muy probablemente el verbo “ποιέω-ῶ”, sin dudas más adecuado para referir una actividad técnico-artesanal de la cual deriva una especial clase de entes o cosas, que los griegos denominaban ποιούμενα: “The things insofar are produced by the human hand and subsist as such” (Cfr. M. Heidegger, Modern Science, Metaphysics and Mathematics, p. 274). Esto se ve reforzado en el Credo niceno-constantinopolitano, cuando, para designar el modo en que es eternamente engendrado el Logos desde el seno del Padre, se usa el término γεγνηθέντα - engendrado, devenido-, contrapuesto precisamente a ποιηθέντα -, ello es, hecho, producido a partir de una sustancia diferente: γεγνηθέντα, οὐ ποιηθέντα, ὁμοούσιον τῶ Πατρί…. En el γίγνεσθαι se implica que algo deriva a partir de algo que es su fuente, conservando, esencialmente aunque ello puede suceder de muchas maneras, su misma naturaleza o al menos una esencial participación en esa fuente originaria, mayor que la que corresponde a un ente hecho, producido, creado a partir de una sustancia distinta. De este mismo modo, el hablar es manifestación como φωνή, del “decir” que es, a su vez, el acto propio de la mostración que co-responde al Ereignis, a la interioridad reveladora que pone al ente en su φωνή, y lo hace μαθηματικόν (cfr. Heidegger, Ídem), ello es, perceptible y aprehensible, para un sujeto autoconsciente en “estado de abierto” y expuesto a la trascendencia, ello es, esencialmente capaz de percibir el sentido, de recibir la “revelación”. Todos los profetas del Antiguo Testamento, así de toda alta tradición religiosa y filosófico-espiritual, intentaban, ante todo, conducir a su pueblo a un estado de escucha primordial, que no es sino la atenta disposición a la aprehensión de la presencia de Iahvé, de la ἀ-ληθείας o develamiento del Logos: Schemá, Israel! Exhortación a la cual los seres humanos “caídos” ya en la condición existenciaria de “cotidianidad de término medio” (Heidegger, Sein und Zeit) en que ya no se escucha la “voz de la presencia”, responden al profeta: "Escucha tú por nosotros, pues si continuamos escuchando esa voz, moriremos”. El ocultamiento de esa “voz” en el hablar cotidiano –que aunque habla no dice nada- no significa que desaparezca su operación clarificadora, por ello dice Juan refiriéndose al Logos como Sentido fundamental que permite la mostración y dona la eseidad de los entes: “Ἤν τό φῶς τό ἀληθινόν, ὅ φωτίζει πάντα ἄνθρωπον” (Jn. 1, 9). Heidegger por su parte afirma que “we not only speaks language, we speak from out of it…it is language that speaks” (Ídem, p. 411).
Pero el lenguaje es en esencia un movimiento de manifestación ontológica a través del cual los entes son dotados permanentemente de significación y definición en el tiempo, o mejor, como temporalidad, de hecho, lenguaje y temporalidad constituyen un momento único en el acontecer existenciario del “ser ahí”; éste existe en la temporalidad del lenguaje, en tanto que lenguaje no puede entenderse aquí como sistema gramatical de orden “general” y “particular” (Port Royal), ni como fenómeno esencialmente fonético-gramatical que puede y debe ser abordado de manera “positiva”, ellos es “científica” (neogramáticos, Leskien, Brugmann, Meillet, Lübke), ni como “juego” (Wittgenstein), ni como unidad de significantes y significados en sincronía y diacronía (Harris, Saussure), ni como red de significantes que constituyen la “realidad” del sujeto (Eduard Sapir)…, sino como la mostración como posibilidad esencial de que haya un acontecimiento plural dotado de sentido que llamamos “mundo”, y de que el mundo se inflexione en el aprehender propio del “ser ahí” deviniendo alegoría del sentido del Ser en los entes: este “eje de inflexión” es la persona como “espacio abierto” de autoconsciencia, que tiene como temporalidad la historia misma como movimiento existencial hermenéutico-apropiativo, y cuya “destinación” es la convergencia en el ser Persona total: Cristo. Sólo en este sentido sucede que “el lenguaje es la casa del ser”, esencialmente vinculado a lo que P. T. de Chardin llamó la "cristificación del mundo".
El lenguaje como logos busca “decir”, porque decir es gestar un mundo de sentido que manifiesta –ello es, hace aparecer- una pluralidad contenida en la que expresa su propia plenitud, despliega la totalidad del ser posible en los entes, conservando la unidad ontológica en el permitir aparecer –u ocultarse-, constituyendo los entes en su eseidad, en su φύσιs. En el “hablar” auténtico no sólo se exponen significados, sino que se plenifica el cosmos en la unidad autoconsciente del ser persona, en cuanto que la esencia del ser es unificar: en la cultura, el instinto –principio de conservación y orientación de la naturaleza- es “trascendido” en el lenguaje, en él se da la aparición del universo como inflexión de sentido. Hablar como “decir” es más que un simple señalar, es conducir lo plural antitético a la reconciliación autoconsciente en el ámbito trascendente del ser persona. El lenguaje y la consciencia son fenómenos primordiales del ser. De hecho, Heidegger formula una pregunta fundamental: Whence does the showing arise? La respuesta ha de buscarse en el “eje evolucionador”, el lugar en que los entes se autoreflexionan y el sentido se manifiesta como autoconsciencia “en el mundo”: en el “ser ahí”. La respuesta ha de buscarse en su “estado de abierto”, porque en ese topos habla el Sentido que se allega como “presencia densa”, como “zarza ardiente”, como “columna de humo”, otorgando a los entes y al propio “ser ahí” su eseidad, su modo de ser. Por ello, observar desde dónde emana (procede) el mostrar del decir auténtico, supone reconocer el misterio intrínseco al ser del ser persona:
The simple and unforgettable…It is at once the earliest and the oldest. We can only name it, because it will deign no discussion.
“The earliest and the oldest”, dice Heidegger, mientras que el apóstol Juan reconoce en el Logos el principio de todas las cosas: “Ἐν ἀρχῆ ἦν ὁ Λόγος” (Jn. 1, 1). El propio evangelista reitera esta condición en el Apocalipsis: “Ego sum alpha et omega, primus et novissimus, principium et finis” (Ap. 22, 12-13). Este es el origen absoluto, lo que pone al ente en su ser dándole su sentido, determinando su id-entidad, lo que el ente es: “δι’οῦ τά πάντα ἐγένετο”. Heidegger expresa este misterio fundamental con sus propias palabras: “what bestirs in the showing of saying is owning. Owning conducts…in each case to its own” (Ídem, p. 414).
"Entre Cielo y Tierra"
Was der Alten Gesang von Kindern Gottes geweissagt,
Siehe! wir sind es, wir; Frucht von Hesperien ists!
Wunderbar und genau ists als an Menschen erfüllet,
Glaube, wer es geprüft! aber so vieles geschieht,
Keines wirket, denn wir sind herzlos, Schatten, bis unser
Vater Aether erkannt jeden und allen gehört.
Aber indessen kommt als Fakelschwinger des Höchsten
Sohn, der Syrier, unter die Schatten herab.
Seelige Weise sehns; ein Lächeln aus der gefangnen
Seele leuchtet, dem Licht thauet ihr Auge noch auf.
Sanfter träumet und schläft in Armen der Erde der Titan,
Selbst der neidische, selbst Cerberus trinket und schläft.
Hölderlin, Brot und Wein
("Lo que el canto de los antepasados predijo de los hijos del Dios,
¡Mira! Nosotros somos, nosotros; ¡es fruto de las Hespérides!
Maravillosa y exactamente se ha cumplido en los hombres,
¡Crea el que lo haya comprobado! Pero tantas cosas suceden,
Ninguna produce efecto, pues somos sin corazón, sombras, hasta que nuestro
Padre Éter haya sido reconocido por cada uno de nosotros y escuchado por todos.
Pero entre tanto viene blandiendo la antorcha del Altísimo
El Hijo, el Sirio, que desciende a las sombras.
Los bienaventurados lo ven; una sonrisa brilla desde la encarcelada
Alma, su ojo se abre todavía a la luz.
Serenamente sueña y duerme en los brazos de la tierra el Titán,
Aún el envidioso, aún Cerbero bebe y duerme.")
Este blog se concibe con el fin de promover un espacio de diálogo y encuentro, más allá, y con independencia, de opciones ideológicas, religiosas o políticas, siempre que éstas no se dirigan expresamente a la destrucción, la de-valuación sistemática o la indignificación de la persona humana.
El objetivo es manifestar, crítica y/o apologéticamente, criterios, ideas, utopías y proyectos en torno a la condición existenciaria propia del ser humano, y de todo el orden temático que de ello deriva, el cual, naturalmente, abarca todo el horizonte de la vida, la acción y el pensar humanos.
Desde la reflexión científica, la indagación filosófica, la proposición teológica, la postura política e ideológica, hasta la más espontánea expresión de la propia experiencia de "ser en el mundo"...toda esta riqueza intrínseca a la dimensión ontológica de la persona humana, constituye un contenido potencial de este blog.
El pensar: crítico y libre.
El criterio: respetuoso y personal.
La verdad: un espacio de experiencia y un camino entre "cielo y tierra", porque entre el origen (que es destino) y el destino (que es origen) habita el hombre, expuesto a sí mismo como duda, como contradicción, como terrenalidad y trascendencia. Se trata de dos dimensiones que constituyen una esencia; dos momentos que se manifiestan, sin embargo, en una prístina unidad. Sólo desde esta dimensión "entre cielo y tierra", consciente de sí a través de la mirada de Dios, puede el hombre comprender, en auténtica profundidad y sentido, su propia existencia.
Siehe! wir sind es, wir; Frucht von Hesperien ists!
Wunderbar und genau ists als an Menschen erfüllet,
Glaube, wer es geprüft! aber so vieles geschieht,
Keines wirket, denn wir sind herzlos, Schatten, bis unser
Vater Aether erkannt jeden und allen gehört.
Aber indessen kommt als Fakelschwinger des Höchsten
Sohn, der Syrier, unter die Schatten herab.
Seelige Weise sehns; ein Lächeln aus der gefangnen
Seele leuchtet, dem Licht thauet ihr Auge noch auf.
Sanfter träumet und schläft in Armen der Erde der Titan,
Selbst der neidische, selbst Cerberus trinket und schläft.
Hölderlin, Brot und Wein
("Lo que el canto de los antepasados predijo de los hijos del Dios,
¡Mira! Nosotros somos, nosotros; ¡es fruto de las Hespérides!
Maravillosa y exactamente se ha cumplido en los hombres,
¡Crea el que lo haya comprobado! Pero tantas cosas suceden,
Ninguna produce efecto, pues somos sin corazón, sombras, hasta que nuestro
Padre Éter haya sido reconocido por cada uno de nosotros y escuchado por todos.
Pero entre tanto viene blandiendo la antorcha del Altísimo
El Hijo, el Sirio, que desciende a las sombras.
Los bienaventurados lo ven; una sonrisa brilla desde la encarcelada
Alma, su ojo se abre todavía a la luz.
Serenamente sueña y duerme en los brazos de la tierra el Titán,
Aún el envidioso, aún Cerbero bebe y duerme.")
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El objetivo es manifestar, crítica y/o apologéticamente, criterios, ideas, utopías y proyectos en torno a la condición existenciaria propia del ser humano, y de todo el orden temático que de ello deriva, el cual, naturalmente, abarca todo el horizonte de la vida, la acción y el pensar humanos.
Desde la reflexión científica, la indagación filosófica, la proposición teológica, la postura política e ideológica, hasta la más espontánea expresión de la propia experiencia de "ser en el mundo"...toda esta riqueza intrínseca a la dimensión ontológica de la persona humana, constituye un contenido potencial de este blog.
El pensar: crítico y libre.
El criterio: respetuoso y personal.
La verdad: un espacio de experiencia y un camino entre "cielo y tierra", porque entre el origen (que es destino) y el destino (que es origen) habita el hombre, expuesto a sí mismo como duda, como contradicción, como terrenalidad y trascendencia. Se trata de dos dimensiones que constituyen una esencia; dos momentos que se manifiestan, sin embargo, en una prístina unidad. Sólo desde esta dimensión "entre cielo y tierra", consciente de sí a través de la mirada de Dios, puede el hombre comprender, en auténtica profundidad y sentido, su propia existencia.
sábado, 4 de septiembre de 2010
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