El científico británico Stephen Hawking nos tiene una extraordinaria noticia: "Dios no tuvo participación alguna en la creación del Universo", y, naturalmente, tampoco en su evolución... Idea ciertamente redundante -la venimos escuchando desde la Antigüedad (Demócrito, Epicuro, los Estoicos...-, se reitera en la Ilustración (Holbach, Condillac, Darwing, Comte...),y no dejó de escucharse durante todo el siglo XX (Paul Dirac, Bertrand Russell, Carl Sagan...-; idea que expone, además, cuando se hacen patentes las consecuencias lógico-filosóficas de la misma, uno de los juicios más "ingenuos" que pueda producir un hombre de ciencia (positiva): "He comprendido la totalidad del Universo, y, de ello, infiero un juicio absoluto en torno a la totalidad del ser", o, en otras palabras, "la ciencia positiva puede dar, desde sí misma y por sí misma, explicación y respuesta definitiva a los problemas ontológicos de última instancia: el problema de la existencia de Dios, y el problema del ser en general". Afirmaciones éstas esencialmente tautológicas y "anti-científicas", con las cuales Hawking daría, según las palabras de algún otro científico, "el golpe de gracia a Dios", ahora también en la Física.
A mi juicio, estas afirmaciones de Hawking, quien, negando él mismo -como tantas veces ha hecho- el sentido y la pertinencia de la filosofía, emite un juicio totalmente onto-teológico y metafísico, -como es el juicio "Dios no existe"; o "no tuvo Dios participación alguna en el surgimieto del universo"-, no merecen en lo absoluto demasiada atención. Sin embargo, no queremos dejar escapar esta ocasión para llevar a cabo un breve abordaje crítico a esta afirmación, y sus consecuencias.
Para afirmar sobre el origen absoluto de algo, es necesario conocerlo absolutamente. La ciencia puede afirmar, sin dudas, que el universo, como ente "ante los ojos" y "a la mano", surgió a partir del Big Bang, o de cualquier otro evento "natural", y puede intentar "describirlo" en un modelo teórico, pero constituye una absurda y burda acrobacia pseudointelectual y anti-científica, inferir, a partir de ello, que se posee un conocimeinto absoluto del origen del universo, "conocimiento" que permite realizar un juicio racional, no sólo respecto a la dimensión óntica del universo -el interés de la Física, la dimensión del universo como universo-, sino también a la dimensión ontológica del universo, ello es, la dimensión del universo como "ente". Hawking, al negarle un origen absoluto en Dios, habla entonces del universo no como universo, sino que dirige su pensamiento en torno al fenómeno del ser mismo del universo como ser siendo, o sea, como ente. Hawking plantea una premisa: "Dios no tiene lugar en el universo", que la ciencia no puede ni negar ni demostrar. Científicamente, yo no puedo rebatir esta afirmación de Hawking; pero puedo rebatir su argumentación, mostrando sus inconsecuencias en el marco de la epistemología científica. Porque la ciencia no puede considerar conocimiento propio, aquel conocimiento que no puede ni afirmar ni negar con sus recursos episrtemológico-metodológicos. Eso es precisamente lo que hace ahora Hawking. Sin embargo, para dar este "salto", la ciencia tendría necesariamente que dejar de ser lo que es como "conocimiento positivo", para devenir "conocimiento de las causas primeras", ello es, Metafísica (Cfr. Aristóteles), con lo cual entraría del todo en el terreno de la ontoteología, negando totalmente su propia naturaleza epistemológica y metodológica. Por ello, Hawking debe definir si habla como "científico", o como "filósofo", cuando afirma la inoperancia de Dios con respecto al universo. Si habla como "científico", entonces no "habla propiamente", porque está ek físeos absolutamente más allá de la ciencia la posibilidad de emitir un juicio asertivo en torno a Dios como "Principio ontológico absoluto". Ello entra, como afirma L. Wittgenstein, en el ámbito de la "Místico" (Cfr. Tractatus Logicus-Philosophicus). Si habla como filósofo, para no quedar en el mero orden de la "opinión" (que ya Parménides lo consideraba una forma inferior del juicio) debe el Científico señalar con más propiedad en su discurso filosófico qué razones lo conducen a tal conclusión. Y lo peor, tendría él, dado que inculye esta afirmación metafísica en el conjunto de sus certezas científicas, y supuestamente "evidenciada" por los modelos físicos, que pedir a la ciencia que se subordinara al saber metafísico...una vez más.
Por otra parte, al afirmar que Dios no tiene rol ni parte alguna en el drama del universo, Hawking, quiera o no, "habla del ser", no sólo del universo. Dios quedaría, en caso de existir, totalmente al "borde" del universo, in-operante en él, sin participación en su orden óntico-ontológico. Y, dada la relación esencial que existe entre el ser humano y el universo, Dios, por necesidad, quedaría también relegado sólo al plano de lo "imaginario" subjetivo, ajeno -al menos más allá de este imaginario que, a fin de cuentas, no es más que illusio- a la vida "objetivo-práctica" de la humanidad como parte auto-consciente del universo. Esto, sin embargo, supone afirmar que Dios "no es ya" el sentido del ser, en tanto no es tampoco el sentido del universo ni del ser humano, ni el fundamento ontológico de lo que es, ni el origen trascendental de todos los entes: sería una "nada" objetiva, o un "algo" subjetivo, con determinadas funciones psicológicas en el complejo "imaginario" del sujeto que se angustia en el mundo, pero sin relevancia para el "saber real". Y cabe preguntar: ¿esta afirmación, cae aún en el ámbito propio del saber de la Física? ¡Naturalmente no! Estamos, quizás, en presencia de la "cara oculta", profundamente "ontoteológica", del pensamiento de Stephen Hawking...
Por otra parte, la afirmación de Hawking resulta "hibris", no sólo para el pensamiento filosófico-teológico, o para ese estado de espíritu que podemos llamar "religiosidad", sino, además, para la propia comunidad científica, al menos en lo referente a algunos de los físicos más -indiscutiblemente- notables de la historia.
Isaac Newton afirmó que
"el conjunto del Universo no podría nacer sin el proyecto de un ser inteligente".
Por su parte, Max Planck acentúa el hecho de que "no se da contradicción alguna entre Religión y Ciencias Naturales; ambas son perfectamente compatibles entre sí".
Werner Heisenberg, teórico fundacional (junto con Planck, Born y Schrödinger) de la Mecánica Cuántica, afirma:
"Creo en Dios y que de Él viene todo. Las partículas atómicas gozan de un orden tal que tiene que haber sido impuesto por alguien. La teoría del mundo creado es más probable que la contraria desde el punto de vista de la Ciencias Naturales. La mayor parte de los hombres de ciencia que yo conozco ha logrado llegar a Dios".
El propio Albert Einstein, considerado ateo por muchos que no han logrado comprender la herencia panteísta-spinoziana del Físico, fijó su postura al decir:
"la Ciencia sin Religión es coja y la Religión sin Ciencia es ciega. Me basta reflexionar sobre la maravillosa estructura del Universo y tratar humildemente de penetrar siquiera una parte infinitesimal de la sabiduría que se manifiesta en la Naturaleza para concluir que Dios no juega a los dados. El científico ha de ser un hombre profundamente religioso". (Cfr. Revista ABRIL, no. 71-72. Ciencia y Fe, en http://www.arbil.org/%2871%29cyfe.htm).
Asimismo, el descubridor del genoma humano, Francis Collins, afirma siempre su fe en Dios como Creador del orden universal, y confiesa que el descubrimiento del genoma humano le permitió “vislumbrar el trabajo de Dios". (Cfr. http://hispamp3.yes.fm/2006/08/30/).
Otros grandes científicos, como es el caso de Sir John Eccles y Karl Popper, expusieron en detalle su teoría de la existencia de un "yo profundo", auto-consciente, espiritual y libre, que usa el cerebro como su "órgano", pero que, en ningún caso, se reduce a funciones neuro-cerebrales, ni a procesos lingüístico-sociológicos.
Quizás el científico británico, y me refiero ciertamente a Stephen Hawking, deba primeramente reconciliarse consigo mismo, con su propio pensamiento, para poder después reconciliarse con Dios. Pero, si de algo estoy plenamente seguro, es de que Hawking no ha tenido el valor -o la inteligencia- de aceptar los límites de la Física como ciencia positiva, en la cual, en última instancia, el sentido de la certeza de la gnosis depende de la dualidad, aún un tanto grosera frente al misterio onto-existenciario de la fe, de "prueba y error" para sostener o desechar sus teorías y modelos; ha perdido de vista que todo juicio en torno al sentido del ser -ya sea incluso el sentido de ser del universo- cae de suyo totalmente fuera del ámbito de la Física, y, en lo esencial, parece no haber comprendido que el Dios real en el creen los hombres de auténtica fe, no es un "motor inmóvil" cuya función es "echar a andar" el mecanismo del universo, sino el Sentido mismo de todo lo que es, "por quien todo fue hecho", que "está en todas partes llenándolo todo", y cuyas "operaciones increadas" otorgan presencia óntico-ontológica a la totalidad, no sólo del universo como "máquina", sino de la racionalidad misma como ejercicio tanto intelectual como existenciario, de la posibilidad de la gnosis, y de la autoconsciencia que se presupone como fundamento de todo saber y de toda certeza. Una vez más me remito a Wittgenstein para recordar al sr. Hawking los severos límites del lenguaje en general, y, en especial, del lenguaje científico. Carece por completo de sentido, hablar de algo que, por definición y naturaleza, se encuentra totalmente fuera, "más allá", del lenguaje en general y de los modelos físico-matemáticos, como en el sentido del ser de Dios, y la noción, completamente abstracta, de la "totalidad del universo". Creer en Dios, o no creer, no es un "problema" de la ciencia; es una condición propia y peculiar del ser del "ser ahí" (el ser humano, que es ya, en cada caso "trascendencia" [Cfr. Frankl, V. "Diez tesis sobre la persona humana", Séptima Tesis], y que se define como voluntad de "re-ligación" [Cfr. Xavier Zubiri] en tanto, más que "alcanzar la trascendencia", existe como trascendencia abierto a la posibilidad "curándose" del mundo y de sí mismo -condición que constituye, además, una "circunstancia existenciaria límite" [Cfr. Karl Jaspers]), cuya propiedad es la de poder auto-reconocerse en la afirmación de Dios como sentido, o en la negación de Dios como "ausencia de sentido".
Hawking puede, sin dudas, aprender algo de la "hibris" edípica: ha resuelto, en efecto, muchos "enigmas", precisamente con las "herramientas" que ha creado para él la racionalidad científico-tecnológica como "destinación" de nuestro tiempo, pero no acierta siquiera a definir el enigma esencial, el enigma que tiene preeminencia total, óntica y ontológica, a toda forma de pensamiento: "¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Salmo 8). El razonamiento de Hawking, lo lleva a escuchar sólo su voz tautológica, que niega a priori la existencia de Dios, y, por tanto, su operación como Creador, para luego "descubrir" su "necesaria" ausencia en la estructura del universo. Ello, porque la hibris de la ciencia consiste en querer resolver "científicamente" su propio misterio ontológico, cerrándose a lo sacro y negándose a escuchar la voz que viene "de lo alto" para hacer "clarear" el horizonte meta-científico de la experiencia del Sentido del ser. También Edipo se negó a escuchar a Tiresias, que venía, con humildad, a revelarle la voz del dios Apolo, el depósito de la verdad que quería encontrar. Edipo, sin embargo, rechazó a Tiresias porque éste "estaba ciego", y, por ello, "no podía ver". Pero, paradójicamente, Tiresias veía a través de la mirada ontológica del dios, y era portador de un "saber" que, per natura sua, quedaba fuera del alcance de la mirada óntica de Edipo. Así, la hibris de la ciencia positiva es considerar "ciega", carente de luz, la mirada de cualquier otra forma de saber o conocimiento, y, en especial, de conocimiento de Dios.
Finalmente, Edipo se arrancó los ojos como signo, no de culpa, sino de reconocimiento y humildad, y la hibris se convirtió entonces en "metanoia" (cambio de mente). Stephen Hawking, sin embargo, no parece ser de los que cambian de mente. No obstante, dado el hecho de que se trata de un serio buscador de la verdad, y de que "todo el que busca la verdad, busca a Dios" (Cfr. Edith Stein), valga también para él, no en lo que tiene de trágico, sino de orientación numinosa hacia la auto-consciencia del ser propio en "lo que es" -que es precisamente el fin de toda "hibris"-, la sentencia del Coro en el parlamento final de "Edipo":
“¡Oh [...] considerad aquel Edipo que adivinó los famosos enigmas y fue el hombre más poderoso, a quien no había ciudadano que no envidiara al verle en la dicha, en qué borrasca de terribles desgracias está envuelto! Así que, siendo mortal, debes pensar con la consideración puesta siempre en el último día, y no juzgar feliz a nadie antes de que llegue el término de su vida sin haber sufrido ninguna desgracia.”
P. Atanasio Inti Yanes
Atenas, Grecia
8 de septiembre, 2010.
"Entre Cielo y Tierra"
Was der Alten Gesang von Kindern Gottes geweissagt,
Siehe! wir sind es, wir; Frucht von Hesperien ists!
Wunderbar und genau ists als an Menschen erfüllet,
Glaube, wer es geprüft! aber so vieles geschieht,
Keines wirket, denn wir sind herzlos, Schatten, bis unser
Vater Aether erkannt jeden und allen gehört.
Aber indessen kommt als Fakelschwinger des Höchsten
Sohn, der Syrier, unter die Schatten herab.
Seelige Weise sehns; ein Lächeln aus der gefangnen
Seele leuchtet, dem Licht thauet ihr Auge noch auf.
Sanfter träumet und schläft in Armen der Erde der Titan,
Selbst der neidische, selbst Cerberus trinket und schläft.
Hölderlin, Brot und Wein
("Lo que el canto de los antepasados predijo de los hijos del Dios,
¡Mira! Nosotros somos, nosotros; ¡es fruto de las Hespérides!
Maravillosa y exactamente se ha cumplido en los hombres,
¡Crea el que lo haya comprobado! Pero tantas cosas suceden,
Ninguna produce efecto, pues somos sin corazón, sombras, hasta que nuestro
Padre Éter haya sido reconocido por cada uno de nosotros y escuchado por todos.
Pero entre tanto viene blandiendo la antorcha del Altísimo
El Hijo, el Sirio, que desciende a las sombras.
Los bienaventurados lo ven; una sonrisa brilla desde la encarcelada
Alma, su ojo se abre todavía a la luz.
Serenamente sueña y duerme en los brazos de la tierra el Titán,
Aún el envidioso, aún Cerbero bebe y duerme.")
Este blog se concibe con el fin de promover un espacio de diálogo y encuentro, más allá, y con independencia, de opciones ideológicas, religiosas o políticas, siempre que éstas no se dirigan expresamente a la destrucción, la de-valuación sistemática o la indignificación de la persona humana.
El objetivo es manifestar, crítica y/o apologéticamente, criterios, ideas, utopías y proyectos en torno a la condición existenciaria propia del ser humano, y de todo el orden temático que de ello deriva, el cual, naturalmente, abarca todo el horizonte de la vida, la acción y el pensar humanos.
Desde la reflexión científica, la indagación filosófica, la proposición teológica, la postura política e ideológica, hasta la más espontánea expresión de la propia experiencia de "ser en el mundo"...toda esta riqueza intrínseca a la dimensión ontológica de la persona humana, constituye un contenido potencial de este blog.
El pensar: crítico y libre.
El criterio: respetuoso y personal.
La verdad: un espacio de experiencia y un camino entre "cielo y tierra", porque entre el origen (que es destino) y el destino (que es origen) habita el hombre, expuesto a sí mismo como duda, como contradicción, como terrenalidad y trascendencia. Se trata de dos dimensiones que constituyen una esencia; dos momentos que se manifiestan, sin embargo, en una prístina unidad. Sólo desde esta dimensión "entre cielo y tierra", consciente de sí a través de la mirada de Dios, puede el hombre comprender, en auténtica profundidad y sentido, su propia existencia.
Siehe! wir sind es, wir; Frucht von Hesperien ists!
Wunderbar und genau ists als an Menschen erfüllet,
Glaube, wer es geprüft! aber so vieles geschieht,
Keines wirket, denn wir sind herzlos, Schatten, bis unser
Vater Aether erkannt jeden und allen gehört.
Aber indessen kommt als Fakelschwinger des Höchsten
Sohn, der Syrier, unter die Schatten herab.
Seelige Weise sehns; ein Lächeln aus der gefangnen
Seele leuchtet, dem Licht thauet ihr Auge noch auf.
Sanfter träumet und schläft in Armen der Erde der Titan,
Selbst der neidische, selbst Cerberus trinket und schläft.
Hölderlin, Brot und Wein
("Lo que el canto de los antepasados predijo de los hijos del Dios,
¡Mira! Nosotros somos, nosotros; ¡es fruto de las Hespérides!
Maravillosa y exactamente se ha cumplido en los hombres,
¡Crea el que lo haya comprobado! Pero tantas cosas suceden,
Ninguna produce efecto, pues somos sin corazón, sombras, hasta que nuestro
Padre Éter haya sido reconocido por cada uno de nosotros y escuchado por todos.
Pero entre tanto viene blandiendo la antorcha del Altísimo
El Hijo, el Sirio, que desciende a las sombras.
Los bienaventurados lo ven; una sonrisa brilla desde la encarcelada
Alma, su ojo se abre todavía a la luz.
Serenamente sueña y duerme en los brazos de la tierra el Titán,
Aún el envidioso, aún Cerbero bebe y duerme.")
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El pensar: crítico y libre.
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La verdad: un espacio de experiencia y un camino entre "cielo y tierra", porque entre el origen (que es destino) y el destino (que es origen) habita el hombre, expuesto a sí mismo como duda, como contradicción, como terrenalidad y trascendencia. Se trata de dos dimensiones que constituyen una esencia; dos momentos que se manifiestan, sin embargo, en una prístina unidad. Sólo desde esta dimensión "entre cielo y tierra", consciente de sí a través de la mirada de Dios, puede el hombre comprender, en auténtica profundidad y sentido, su propia existencia.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
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